Creo que el ser humano no llega a "ser" si no le ata una tarea pendiente, y entre una de las tareas pendientes que tenia era construir un blog comunitario con mis compañer@s de oficina, acerca de ese ver la ciudad desde el ser "funcionari@/servidor@ municipal".
El blog se llamaría "Maldito vecin@, o no!!", y pues ya transcurrió mas de un año y el proyecto no se concretó y por lo tanto, yo no publique mi pequeño escrito, así que aprovechando "la migrante nocturna", tomare la oportunidad no se si desviarme del tema del blog, pero si entremezclarlos. Aquí les presento:
¿Ventanas rotas?
Use parches!
En 1969 la
Universidad de Stanford realizó un estudio psicológico acerca de las causas de
la inseguridad. El experimento comienza con un objeto común en dos escenarios
“diferentes” social y económicamente. El objeto común: un automóvil con las
puertas abiertas. Los escenarios: Bronx, Nueva York escenario conocido por los
altos índices de delincuencia y pobreza y Palo Alto, California escenario
seguro y habitado por gente adinerada. El
automóvil en el escenario supuestamente peligroso a los diez minutos fue
desmontado poco a poco y las piezas que no pudieron ser trasladadas las
destruyeron. Mientras tanto en el escenario rico y seguro, el automóvil se
mantenía intacto durante una semana
hasta que los investigadores decidieron
romper alguna de las ventanas y el efecto fue similar al del primer caso.
Entonces una de las conclusiones fue, que no interesa en realidad el contexto,
si el objeto de alguna manera se encuentra maltratado, no producirá ninguna
acción contraria a mayor maltrato y descuido.
Trasladando esta
experiencia científica nuestra ciudad, surgen las siguientes preguntas: ¿La
Paz será una ventana rota, donde aves de rapiña traspasan la ventana
descuartizando al único muerto?, o
acaso ¿es un edificio de vidrio
esmerilado de multicolores?, o más bien un mix de las anteriores opciones?
Respondiendo: personalmente
creo que la ciudad siempre es una mixturita y la respuesta repetitiva de un “sí
y no” a todas las preguntas acerca de ella.
En ese caso
nuestras ventanas rotas: el tan famoso “así nomás”, “siempre ha estado así”, “si
ellos/ellas hacen porque yo ¿no?”, “aprovecharemos”, y una decena de etcéteras.
Al parecer los y
las paceñas tenemos una aguda y avispada capacidad de crítica, análisis y una
capacidad infinita de aprovechamiento, pero es una minoría invisible y
galáctica que busca soluciones y lo aplica en esta vida vertiginosa del ser
paceño.
Pero, ¿cuáles son
nuestras ventanas completas?, después de una corta reflexión me quedo con una
frase que Mario Espinoza dijo después del deslizamiento de Huanu Huanuni donde precisamente
él era uno de los damnificados (que cito no textualmente). Los bolivianos somos
extremadamente solidarios en dos situaciones; cuando juega la selección
nacional y cuando suceden desastres naturales. Criterio que comparto y
posiblemente añadiría a esta lista corta de solidaridad, la insatisfacción con
el transporte, especialmente el rechazo casi descontrolado hacia los
minibuseros y colegas afines.
Esa solidaridad
expandida posiblemente parchara las ventanas rotas con hermosas canicas de
colores, canicas que se definirían por el bien para todos y la conciencia de
que la ciudad es una sola, que todos/as somos uno/a y si vemos un horizonte
común podríamos hacer un mismo camino.
Posiblemente éstas
reflexiones cursis son tan similares como el Cambalache de Gardel, que nunca
pasa de moda, no por nada Sócrates decía: “Nuestra juventud gusta del lujo y es
mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los
de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se
ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente
malos.”
Como que estas
quejas posiblemente podrían llegar a definir a la esencia pesimista del ser
humano y tal vez estamos viviendo en un estado de felicidad inconforme. O ¿no?